A las 5:43 de la mañana del lunes, Marina se despertó de un sobresalto.
Se resignó a perder los gloriosos 17 minutos que quedaban antes de que sonara la alarma.
Repitió mentalmente, por enésima vez, el cuarto mandamiento del requisito 2.5.6:
"La validación y verificación de todas las medidas de control para reducir o eliminar el riesgo de contaminación cruzada deben implementarse y mantenerse como información documentada… Las rutinas de verificación deben tener una frecuencia basada en el riesgo".
Llevaba días dándole vueltas a ese tema. Lo que comenzó como un ruidito casi imperceptible se había transformado en un concierto de Iron Maiden resonando en su cabeza, más y más fuerte a medida que se acercaba la fecha de cerrar la tarea.
Por más que lo intentaba, no lograba comprender cómo podía maridar todo eso con el menú del sistema de gestión de documentos de la planta.
Cuando procastinamos, es por miedo.
Liderar un proyecto sin tener claro el rumbo,
embarcar a todo un equipo en un plan con más dudas que certezas,
asumir el riesgo de desandar el camino o rehacer tareas cuando el tiempo apremia,
todo eso DA MIEDO.
Por eso, aunque cada vez tenía menos margen de maniobra, Marina ni siquiera había programado la reunión con el equipo.
Aquella mañana, de camino a la planta, en ese juego de asociaciones que se desata cuando nos obsesionamos con algo, Marina empezó a entender de qué iba ese bendito mandamiento número cuatro.
Validar las medidas de control del programa de gestión de alérgenos debía seguir los mismos criterios que habían aplicado para validar los PCC y PPRO y el programa de limpieza. No había razón para hacerlo diferente, porque el objetivo era el mismo: garantizar que las medidas de control fueran efectivas para eliminar el peligro o reducirlo a un nivel aceptable. En este caso, el peligro era la presencia de alérgenos no declarados.
En cuanto a las rutinas de verificación, la clave era incorporarlas a los mecanismos de verificación de PPR (y de PCC/PPRO) que ya existían en la planta.
La frecuencia de la verificación debía estar asociada al nivel de riesgo calculado para cada peligro de contacto cruzado en las etapas del proceso.
Y entonces, silencio. El heavy metal dejó de sonar por primera vez en muchos días.
Marina abrió su cuaderno y anotó dos o tres ideas. Luego armó una tabla en borrador: validación en la primera columna, verificación en la siguiente. Las acciones, como contracara del miedo, empezaron a brotar, a conectarse y a perfeccionarse hasta convertirse en el plan detallado que llevaría a la reunión para presentar al equipo y asignar tareas.
Ahora sí, en terreno firme.
Ahora sí, sin miedo.
Así quedó la Tabla definitiva de Validación y Verificación de las medidas de control que armó Marina junto con el equipo a partir de la identificación y evaluación de peligros de la etapa anterior.
** La tabla que te muestro aquí es sólo un fragmento y contempla las primeras etapas del proceso, para permitir una correcta visualización.
Espero te aporte valor y puedas, con mínimos ajustes, salir a las pistas!
eso sí, antes tilda con ✅ esta tarea en tu Plan (y de paso, te ganas un subidón de dopamina que ni te cuento!)
Si te ha servido esta información, te pido por favor la compartas para que llegue a más colegas que puedan estar necesitándola! ❤
Un abrazo,
PD: El artículo de hoy viene con un gag 😄 para los que supimos ser Class of 90's y que grabábamos casetes después de pasar horas esperando que pasaran “ese tema” en la radio. Lo encontraste?
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